viernes, 5 de diciembre de 2014

Bocones como estos

Dice José Kozer: "He sido toda mi vida un marginal, y no uso esa palabra gratuitamente. Por mi poesía y mi situación de cubano exiliado, por no tener el apoyo de un gobierno ni de una universidad, y ser demasiado transparente y demasiado bocón, he hecho una vida muy solitaria".

Ojalá hubiera más bocones como este. Me acabo de leer su último libro, Para que no imagines, publicado por Amargord en Madrid hace un año. Tiene relleno, sí, como todos los libros de Kozer: el relleno es parte de su escritura, o lo tomas o lo dejas. Pero tiene poesía de la buena en cantidades impresionantes. Como todos sus libros anteriores: miles de líneas, cientos y cientos inagotables de páginas como en un río demente. El lenguaje es un río demente; la vida, ya se sabe, también.

Aquí van tres poemas de no sé qué libro. Supongo que él tampoco se acuerda.


ORIFICIO
A mis espaldas el sol hace temblar las hojas de la catalpa
en la blanca pared.
En el vaso tallado, la leche hervida: espesa, aún hierve.
En su centro un punto rojo de fuego, tiembla:
azul, la llamarada.
Extiendo el brazo una sed incalculable la sombra del brazo
en la larga superficie de la mesa, me retiene:
un temblor azul llaga roja en medio de la leche.
Sombras, el vaso: hierve.
Despliega el vaso sus sombras: soy observado, un muro,
/ murallas,
por una puerta lateral oigo ajetrearse a mi
madre mi padre se derrama amarillo (azuláceo)
ascuas su mirada, en la ventana.
Temo por mí, este pedazo: y dejo caer la mano sobre la
mesa,
astillas, salta el polvo, orín, aserrines, toso:
reverbera el espacio a un lado dos muertos
(mujeres) al otro extremo son cuatro hombres
muertos, una efigie: se van a desplomar las
sombras.
Las hojas de la catalpa rozan el cristal de la ventana miro la
luz miro las tres el calor de las tres en la
esfera blanca a un lado de la pared la esfera
inmovilizada al otro lado su minutero se ha
desplomado: y me paso la lengua por los labios
en este calor del día a la mesa (descalzo)
(cegado, en la blancura) incapaz de acercarme
a toda esa abundancia de leche cruda (savia)
júbilo, blanco: bajo la frente, me guardo de
mí mismo, oculto los puños en los bolsillos del
pantalón corto (beige) huelo, rancio.
No beberé. En el centro del vaso de leche está el azogue cor-
/ poral
que aniquila, conozco la brújula a ese centro:
no alzaré los ojos no transcurrirá la hora el
buey ha de permanecer dormido el gallo roto en
la cerca.
La sed ha desaparecido volcaron el vaso: se chamuscó la
/ madera,
cayó la noche (duermen) están apaciguados. Y yo
puedo verter una gota de plomo derretido. sellar.


ORFEO
Eso que dicen no tiene nada que ver con esto, lo sé
(es un decir) cuando camino: adelanto un pie
se mueven los astros, otro pie, se corren de
su posición, si quiero detenerlos, me detengo,
el amarillo para la luna, así, el cobalto para
la superposición de los firmamentos, un solo
cobalto azul para todos los incomensurables
estratos de lo mismo lo mismo, en capas,
superposiciones, yo sé lo que me digo, con
este color, basta: lo sabe poca gente pero
es el único color (intrínseco) su otro espacio.
Todas mis palabras son cuerdas; los hechos, chuecos:
acérquense, al bosque.
Oigan a la tórtola, mudez: a la estrella, costurón y
pieza (también) muda: ¿no oyen? Nadie vira el
rostro; y yo al virar la cara los hago virar
el rostro en dirección contraria, inmóviles:
redondos de pupila, mi pupila un rombo amarillo,
y viro la cara (chiribitas, rojas) otra vuelta
(violáceo, ese estertor adentro del cuerpo:
ves que no hay nada; piezas, órganos inamovibles
un guirigay de motas microscópicas, te digo que
sin ton ni son: el organismo violeta, adentro,
tiene su lugar adentro, afuera, nada) y por
tercera y última vez viro el rostro, soy ellos:
la blanca espuma en la larga cola de la Vía
Láctea rodeada del liso alquitrán negro (inaudible)
del golpe vegetal que los hizo: alzo la voz, hago
que se callen; respondo, preguntan que a qué pregunta;
río, ríen, me tapo las orejas hasta el fondo, del
pabellón al yunque (caracoles) soy inaudible.
Eso (ya ven) que se desliza, son palabras. Todo lo otro (sé)
(y eso es otro decir) es inmutable: no se inmuta
el buey, resplandece en las carnicerías; el
hormiguero en su curso (fíjate) zarandea el
sistema solar completo: trabajan, y resplandecen.
Abro, para qué, la boca: mana.
El vestigio del vuelo de las aves, acude: oyen.
La luciérnaga en la noche cerrada, oye: se atolondra.
Animales del bosque, al claro: cefalópodos unicornios
bestias de hambre, regurgitación, descanso:
y la flauta travesera (en posesión de todas
mis facultades mentales) (¿ven?) (¿oyeron?)
trajo al corzo, a la corza sobre el corzo,
no se inmutó el orbe (tampoco) esta vez,
abra o cierre la boca (que esta boca es
mía) acudo, dejo caer los brazos, soy todo
orejas.
Dueño y señor de los descampados (no se sabía a que no);
boca y vozarrón. Señor del bosque (imperceptible)
los bosques y el olfato (husmeo, el aire) ya los
oigo venir (me oigo) entono, añil embriaguez las
palabras, se fugan.


ZOZOBRA
Una mujer cuatro veces en la silla tijera tocando el
violonchelo, caen glicinas, la falla de un
espejo.
Cuatro mujeres, al alba: un solo espejo. El violonchelo
entre las piernas de la mujer de largos
vuelos, roza la saya negra el suelo de
tablas (color ladrillo) cuatro veces
retoma el arco a su lado una viola
de gamba al violín, el arco en las
glicinas, una flauta travesera.
Cuatro mujeres, la quena: en las estribaciones el aire
enrarecido, germina: un polen (abrupto)
se detuvo, la música. Ralos árboles,
impávidas floraciones, un mosaico el
silencio.
Y por la falla del gran espejo del salón (su cuerpo entero)
asoma el escarabajo (urde, letras) (arpegios,
ha urdido) cae la araña encima de una
germinación diminuta, hilos.

jueves, 4 de diciembre de 2014

Levemente ondulado

Hay poetas que te dicen cosas y además te divierten. No importa que lo que te digan salga más bien por el lado del sinsentido cotidiano o del discurso-ese-más-allá-del-lenguaje que a veces te sale de tanto mirar la pared (y las moscas)
De esos es Roberto Apratto, al que conocí, como casi todo el mundo, gracias a Pulir huesos de Eduardo Milán, que creo que es lo único suyo publicado fuera de Uruguay (qué cosas). 
*Corrección: ya lo había leído en Las ínsulas extrañas, pero es igual: también es de Milán*



Levemente ondulado es un gran título para un libro que tiene poemas como estos:


*****
el futuro
el futuro está aquí.
el futuro nos gobierna.
el futuro nos dice algo indeterminado.
el futuro está también allá, a lo lejos.
el futuro tiene un aura particular.
el futuro pasa por la palabra futuro.
el futuro se oscurece a medida que avanza.
el futuro hace silencio para que pensemos en él.
el futuro parece compuesto de partículas invisibles.
el futuro parece compuesto de partículas invisibles.
el futuro se presenta así:
el futuro habla con una voz cósmica, muy delicada.
el futuro es una zona extraña, imaginaria, porosa.
el futuro, cuando pensamos en él, nos saca el aire.
el futuro es un tiempo en que las ilusiones,
los deseos, son idiomas.
el futuro, a veces, entra en la filosofía.
el futuro quiere decir algo en forma de símbolo.
el futuro.
el futuro tiene un aire cinematográfico,
de paisaje desolado al atardecer.
el futuro tiene otro aire cinematográfico,
de noche desde una nave.
el futuro es una sola frase, una sola imagen,
vistas desde acá.
el futuro es una dispersión de palabras, pocas,
en la página.
el futuro está animado por un zumbido.
el futuro no es exactamente eso o bien
el futuro deja de ser futuro cuando
se dramatiza, es decir, si no pensamos en
el futuro como un armónico del presente
o una serie borrosa en que
el futuro se conecta con escenas falsas,
de amor o luminosas, donde
el futuro se aclararía como una
profundización del pasado ignorada por
el futuro, sino en el futuro como
un campo magnético que atrae
las miradas sobre
el futuro, que se mantiene aparte,
un viento en la altura:
el futuro no se deja relatar, por eso mismo
el futuro piensa por nosotros desde la penumbra más
absoluta.

*****

*****
La mosca está parada, o posada
Sobre la pared
Exactamente bajo la línea que separa una baldosa
De otra
Está quieta
El cuerpo apunta hacia abajo,
En un ángulo de 45º en relación con la línea
En algún momento, puede ser,
Volará
Por el momento
Parece meditar sobre algo
Con un mínimo de gasto
Ignoro el sentido del tiempo de la mosca
Ella lo usa
A la perfección
Es la idea misma de la espera solitaria
Como un sheriff sin alguaciles, con las manos
Encima del escritorio.
El sol de otoño presiona las ventanas
En silencio: todo sonido
Se integra a la quietud de la mosca
Toda furia, toda pasión
es un vuelo posible en un lugar
del futuro de la mosca
El presente
Es un decorado que se descubre al entrar
Como el primer pensamiento de la pieza
Y así la mosca, desde ese lugar,
Supera la tensión reflejada en su rostro
Sin moverse
Sabe, en el silencio pleno de la tarde,
En la claridad que empieza a entrar
En su cerebro pequeñísimo,
Que todo lo que está en el aire
Es un paréntesis de su deseo:
Desde ahí proyecta, hacia abajo,
En el gesto de aparente desinterés
Dibujado por su cuerpo en la baldosa,
Un éxtasis de imaginación sensual,
La pérdida voluptuosa del sentido
Por el amor que la sostiene.
Eso
Cuando vuela. La mosca
Está en equilibrio con su mundo
Y no cae
aunque le vibren las alas de emoción.

*****

*****
Esos momentos en los cuales no vacilo,
cuando la noche, en pleno descenso,
abre un espacio en el aire
delante de mí. Los sonidos
En presente puro,
disponibles.
Llego y me instalo para pedir un café:
no vacilo. Éste es el arte
de mantenerse solo,
como sobre una cuerda en su máximo
estado de tensión. Mientras tanto
miro al vacío y silbo: la melodía, breve,
intempestiva,
proyecta el cuerpo hacia fuera;
el sentimiento canta para mí,
estoy bien. El dominio sobre el lugar
es el dominio sobre el tiempo,
de un modo que el mozo parece comprender
sin esfuerzo. Si un aire de legítima tristeza
corta mi respiración un instante,
no es nada: la presión que la realidad ejerce sobre nosotros
es siempre variable, y es esto
lo que tengo para dar esta noche; éste
es el presente que un segundo café
retiene junto a mí,
más denso y mas iluminado.
*****

***** 
pérdida pérdida pérdida
la pérdida la más pérdida
no hay otra cosa que
pérdida todo lo que puedo pensar
es pérdida no admite traducción
es pérdida no es la palabra

pérdida
es pérdida salgo a la calle
y es pérdida prendo la luz del cuarto
pérdida pienso un rato y es estrictamente
pérdida pienso un rato y es estrictamente
pérdida fantaseo sobre el futuro pero en seguida
es la pérdida no es más que pérdida
lo que puedo hacer es pérdida lo que se me ocurre
es pérdida si me lamento es en razón de
la pérdida todo lo demás se confronta
con la pérdida si alguna vez hubo otra cosa
hoy es la pérdida no es la imagen de la pérdida
es la pérdida
no es una reflexión sobre el estado actual
es la pérdida no es el deseo de otra cosa que pudiera
eventualmente consolar sino
la pérdida la pérdida no es la debilidad que viene
luego de la pérdida no hay luego de la pérdida
es la pérdida
acá la conciencia no juega no puede porque
es la pérdida por lo tanto la pérdida
hace ver la pérdida y sólo la pérdida
si uno mira para ahí.


*****